8.12.20

circa MMXX

Se que nunca hubiese ganado un concurso de popularidad. Tampoco puedo decir que haya sido un introvertido todo el tiempo.

Desde el momento en que un cable ingresó a casa para conectar una pantalla al resto del mundo, he incursionado en cuanta comunidad haya podido encontrar, cuando aún era muy chico para algunas y todavía ahora que siento estar demasiado grande para otras. Para quienes en algún momento nos vimos sorprendidos por la urgencia interna de poner algo en el mundo, el anonimato de internet fue una confortable frazada que nos permitió exteriorizar el pensamiento, aún cosas que hoy nos avergonzarían. Los seudónimos fueron un escudo protector para no tener que medir cada impulso, toda vez que esto es imposible cuando desborda el interior. Hace años buscaba un sitio de geocities que creé, estando en el colegio, del cual no tengo ningún respaldo y me parecía inconcebible que hubiese desaparecido por completo. Tal vez esto aún es cierto, pero ya no me preocupa. Por lo demás, estoy feliz de haber purgado de mi muchos usuarios, correos y participaciones en foros de las que tampoco quedarán registros.

Y es que en algún momento uno siente que tiene mucho para ofrecer y sin embargo, drenada la pulsión comunicativa, se nos presenta la inmejorable oportunidad de contemplar que lo que nos falta aprender excede grandemente lo que creemos saber. Sumado a esto, no todo lo que uno hace merece tener una sobrevida, ni siquiera en los igualmente efímeros bytes de algún disco remoto que un día será desconectado.

Este año, con todo lo inusual que resultó, ha derivado personalmente en una reconexión con muchas cosas. Además de pensar inevitablemente un poco más en la salud a pesar de aún ser joven, el prolongado stop me puso en una búsqueda por incorporar cosas y me llevó en consecuencia a un mayor silencio.

Ahora, sobre el final y mientras la normalidad repta para incorporarse a lo cotidiano, me siento en ánimo de compartir, al punto de reflotar este espacio que siempre fue una dulce sangría curativa.

Me conozco y sé que esto no puede durar. La motivación es pasajera, las musas nos susurran aliento muy brevemente, lo suficiente para dejar tan solo una pequeña cosa más en el aire; lo suficiente para que alguien más encuentre algo en este sistema abierto de donde todos tomamos y recibimos.

Que el ciclo no se detenga.

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