El exceso en las actitudes y las palabras de las supuestas víctimas del luctuoso hecho acontecido en la discoteca "Cromañón" parece no tener límite y progresivamente apunta a insospechados rumbos.
Repartiendo culpas y responsabilidades a diestra y siniestra, pretenden negar las que inevitablemente les corresponden, para así asumir un pleno rol de "víctimas"; por ello es necesario decir con claridad que víctimas (además no todas exentas de culpa y responsabilidad) son solamente las que perecieron en ese horrible accidente.
Es también necesario reiterar que fue un accidente y que de ninguna manera le caben denominativos tales como masacre, matanza, asesinato u otros similares, por muy "espectaculares" que parezcan, por muy bien que "vendan" la nota, por mucho que convenga a los siempre gananciosos con el comercio de la miseria humana.
Empezaron buscando frenéticamente "chivos expiatorios" para acallar sus conciencias que les reprochaban su descuido y permisividad en la formación y educación de esas víctimas, muchas de las cuales fueron procurando ciegamente su propia destrucción al "disfrutar" de ambientes impropios para la verdadera y sana diversión, al incurrir en actos demenciales como la quema de bengalas en locales cerrados, al llevar inocentes niños a estas "aventuras" para abandonarlos en baños transformados en "guarderías".
Sin nada que reprocharse, en lugar de llorar su vergüenza y sus muertos, se dedicaron a la labor de encontrar al "responsable" más conveniente, aquel que les proporcione mayor rédito, de tal manera que quién no buscó "indemnización" anheló "notoriedad" y en último caso "ayuda" y lógicamente se dedicaron a combatir y perseguir a todo lo que estorbe ese propósito, sea el propio accionar de la justicia (que aunque no nos guste, hay una y debemos respetarla) sea alguna opinión diferente o mesurada e incluso que alguien más quiera tener su "parte del botín", como ocurrió ultimamente con la arremetida contra el cantante León Gieco.
Es cierto que de alguna manera la Sociedad en pleno es responsable y por tanto corresponde a cada quien un cierto grado de culpabilidad, a unos por permitir y callar, a otros por desvirtuar y falsear, a estos más directamente que a aquellos y a todos porque hemos tolerado complacientemente que a lo malo se le llame bueno, que se haga burla y escarnio de los valores fundamentales y ahora nos extrañamos del grado de corrupción, de la absurda violencia, de la creciente inseguridad y desconcierto que "supimos conseguir".
Por ello cuando estas "víctimas" reclaman JUSTICIA están demandando más bien OBEDIENCIA ciega a sus determinaciones y disposiciones, olvidando que esa obediencia debían haber buscado con diligencia en las VICTIMAS, para así formar personas de bien para la sociedad. Tal vez hubiera sido suficiente con que les hagan saber que "quien juega con fuego se puede quemar" (también en un sentido más profundo) y que está escrito que "la recompensa de nuestras iniquidades es la muerte" (también en un sentido práctico).
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