21.4.06

Debatir, cada vez más difícil

El lunes asistí al inicio del Ciclo de Conferencias que presenta La Gaceta de Tucumán, donde la historiadora María Sáenz Quesada disertó ante una sala completa sobre la historia y la memoria de la Argentina contemporánea. Su exposición que duró aproximadamente 50 minutos destacó la importancia de no confundir las memorias con la historia. Aunque las primeras son útiles, sobreponerlas a la verdadera investigación y conocimiento histórico presenta un grave peligro, ya que la memoria es manipulable. Hasta aquí solo una referencia a lo tratado, espero poder referirme a este tema en una entrada posterior.

Luego de la excelente disertación de Sáenz Quesada, me quedé expectante, debido a que el tema en sí parece la introducción a algo más grande, y lejos de cerrarse con el final de la noche, invita a quien lo escucha a la investigación y profundización de los temas tocados. Fue igualmente agradable ver que la convocatoria atrajo a un público de diferentes edades y que colmó el auditorio preparado.

Resulta entonces incomprensible lo suscitado inmediatamente después. Al terminar la alocución, se abrió al público la posibilidad de intervenir con preguntas y pese a las recomendaciones, los que se manifestaron lo hicieron en su mayoría para dar opiniones personales ¿Por qué esta actitud de abierta contradicción? Probablemente haya desagradado a alguno el límite de preguntas puesto por la conferencista alegando razones de tiempo, pero esto no justifica desaprovechar de esta forma la posibilidad de diálogo. Pareciera que en todos reside una mezquindad intelectual al reservarse las palabras de esta manera.

Por otra parte ¿A que se debe esa necesidad de sentar inamoviblemente nuestros puntos de vista? Necesitamos acaparar la atención, o aun tratamos de imponer nuestro criterio a los demás. Sería comprensible que alguien desde el desacuerdo plantee una inquietud y seguramente se podría iniciar una rica discusión pero ¿Cómo lograrlo desde la intolerancia? Un debate se empieza desde convicciones firmes pero con un espíritu receptivo. Afirmaciones tajantes, preguntas vagas y palabras que solo quieren mostrar “cuanto sabemos” hacen perder el interés y manchan luctuosamente la ocasión.

Este hecho se observa también en Internet. Es cierto que los weblogs y páginas personales nos dan la posibilidad de explayarnos y presentar nuestras opiniones a todo el que pueda estar interesado, pero el usuario promedio considera que esta posibilidad debe extenderse a todo espacio que permite intervención en la red. Vemos así, personas que se introducen en foros de debate para dar simplemente su punto de vista sobre cualquier tema, sin informarse adecuadamente y sin siquiera molestarse en atender a las razones de los demás, para hacer algo parecido a entrar en un bar y llegar desde la puerta gritando y tapándose los oídos. Afortunadamente estos personajes se retiran casi tan rápido como llegan pero en otros casos su presencia puede extenderse hasta ser insoportablemente fastidiosa. Hace solo unos días, en un debate en Internet sobre las plantas de celulosa en Uruguay, se presentó una persona que no cesaba de dar muestras de su ignorancia absoluta sobre el tema. Usando como base pobres argumentos y repitiendo la opinión de cualquier desinformado, se negaba aún a leer los argumentos presentados en el mismo debate y terminó arremetiendo contra todo el que pensaba diferente. Si bien estas personas y sus intervenciones merecen ser ignoradas, no podemos evitar que perturben el normal desarrollo de algo que podía haber dado más provecho de otra forma a quienes están verdaderamente interesados.

Una actitud común a todos estos “opinólogos”: enarbolar la bandera de la libertad de expresión y gritar “¡CENSURA!”si se los llama a reconsiderar la mediocridad de sus aportes, cuando en ellos está el verdadero ánimo censor, al querer callar a quien se opone a sus ideas (por llamarlas de alguna manera) creyéndose respaldados porque sus opiniones repiten lo que dicta la mayoría.

Cada vez es más difícil entablar un buen debate en cualquier medio. La tendencia al protagonismo, fomentado por una televisión que muestra todos los días una pintoresca colección de seres hablando con las mayores ínfulas sobre cualquier tema, hace creer equivocadamente que lo importante es crear polémica. “De la discussion naît la lumière”. Este concepto debería guiarnos en cualquier situación donde haya una confrontación de ideas para poder rescatar algo positivo de estos encuentros, pero ahora parece más real aquello de que “de la discusión no nace la luz, sino las peleas”.

4 comentarios:

  1. Me he encontrado con personas asi, nunca he entendido por qué se enojan cuando se les hallan discordancias en su razonamiento. Al contrario deberian de sentirse contentos porque los sacaron de la ignorancia. Pero creo que cada vez hay más gente vanidosa.

    ResponderBorrar
  2. Debatir nunca tiene que ser igual a discutir y muchas veces se aprende mas escuchando que hablando.
    Un abrazo Tony y gracias por tus elogios hacia mi particular partida de Ajedrez ;)

    ResponderBorrar
  3. Con este texto me has hecho recordar muchas conferencias a las que he asistido y otras a las que de tanto en tanto sigo asistiendo. La parte de la exposición puede resultar fascinante, tediosa o pasable, pero es cierto que en la parte de dudas y preguntas siempre se observa a alguien con un desmedido afán de protagonismo que lejos de enriquecer la conferencia lo único que hace es imponer unos criterios personales carentes del conocimiento preciso o simplemente reincidir en lo ya expuesto como si nos descubriera algo nuevo. Es muy enriquecedor plantear otros puntos de vista, otras perspectivas, interrogantes, argumentos diferentes para debatir, no discutir, pero siempre desde el afán de saber, de aprender, no desde la mera exhibición.

    Me ha gustado mucho tu argumentación.

    Besos desde aquí, tan lejos de ti.

    ResponderBorrar
  4. Me hiciste acordar a la Facultad. A veces hay que como motivar el debate tambien, el debate de ese tipo productivo. Hay muchos profes que no lo logran, y muchos alumnos que abren la bocota para mandarse alguna fanfarronada o querer bajar al profe.

    ResponderBorrar

Santalum

Volvieron los días fríos y con ellos la acuciante necesidad de recordar su calor. Miradas indirectas de sonrisas ignorantes, inconscientes d...