13.7.10

re-creación


Puede ser por la implacable seducción de una lujuria comunicativa; un intento desbocado, ambicioso, egoísta y desesperado de transmitir los ecos distorsionados de una idea. Puede ser también simplemente un capricho vanidoso; la farolera aspiración estética emparentada con el delito del adorno. Puede ser un extraño híbrido de ambas, desequilibrado y macrocefálico, al que es más fácil imaginar yendo cuesta abajo que ascendiendo a zancadas el futuro próximo o lejano.

Pero el milenario e indómito artificio permite sostener el impulso. La liberación de pensamientos prisioneros, para modelarlos en trazos simbólicos y encadenarlos nuevamente –para pesar nuestro- en otro soporte, esperando que alguien más pueda redimirlos. Porque es lo que sabemos hacer.

Porque será todo cuanto podamos hacer.

[ilustración: Cornelius Huyberts, en base a las obras de Frederik Ruysch]

2 comentarios:

  1. ¡Ah, dulce condena! Escribir es verdaderamente una necesidad, aunque muchas veces se nos cae el "si" y resulta una "necedad" ja ja...bueno, no sabes cuanto me alegra que se haya impuesto aquello que llamas "lujuria comunicativa" y así tener la perspectiva de gustar nuevamente de tus cuidados y agradables escritos; viene a mi memoria uno particularmente estremecedor, escrito allá por el año 2007 (¡Cómo pasa el tiempo!) y que titulaste "La última mañana del invierno", muy oportuno en esta gélida época, tanto por el frío como por los duros corazones que provocan infausta violencia...en fín, un apretado abrazo.

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  2. Confieso que me había olvidado un poco de aquel cuento... muchas gracias por recordarlo! (el weblog pronto va a cumplir 6 años, y aunque no es mucho lo escrito, si lo es lo acontecido) Un abrazo!

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