31.10.06

IIII (¡cuatro?)

Visitando mi propio weblog, me quedé observando el reloj de la figura en la entrada anterior. Aquellos relojes analógicos siempre me fueron objeto de fascinación –funcional y simbólica- uniendo en ellos la perfección técnica y un antiguo deseo de dominar al tiempo, aunque más no sea controlando su marcha. Paradójicamente, y aunque tengo varios de pulsera, habitualmente no llevo ninguno en la muñeca porque en seguida me fastidian y terminan sobre la mesa de trabajo o en un bolsillo.

En una temprana infancia, mis primeras nociones de lo que era un número romano vinieron de haber observado los símbolos que indicaban la hora en un antiguo reloj de madera. El reloj de aire clásico, pesas y péndulo tenía una esfera donde se destacaban los números que llevaba adosados. Cuando en la escuela daban las reglas básicas para la formación de cantidades en notación romana, el tema me llamó mucho la atención por resultarme conocidas aquellas cifras, largamente observadas. Pero pronto una confrontación con lo que aprendía me llevó a mirar diferente a aquel querido reloj. En aquel momento, mis cercanos no pudieron darme una explicación satisfactoria para esto que me parecía ser un error a todas luces (como quizás yo tampoco podría darla ahora). Al final, aceptaría sencillamente que se trataba de un error, porque se oponía a la lógica más básica dictada en la educación elemental.

¿Por qué está ahí (sobre la esfera del reloj) “IIII” en lugar de “IV”? preguntaba. Lo que en principio había pensado error exclusivo del artífice de “mi” reloj, también se repetía decepcionantemente en otros relojes antiguos. Una primera explicación considerada mucho tiempo después fue que el innegable defecto de numeración fuese parte de una moda descuidada, originada en algún país sin raíces latinas, y hoy aquellas máquinas que se habían impuesto al tiempo y ganado el respeto de las personas no podían ser cuestionadas por una simple cuestión de notación, que además resultaba comprensible. Es más intuitivo sumar cuatro elementos que imaginar la sustracción de uno de ellos al siguiente. Pero el concepto de la resta romana está presente en cualquier reloj en el número nueve y puede respaldarse con la forma de leer los números en Latín (que curiosamente es como también leemos la hora en estos relojes: “quince para las tres”, “doce menos veinte”).

Ayer, recordando esto después de mucho tiempo, decidí iniciar una “extensa” investigación (considerando lo extensa que puede ser la Internet, cuya credibilidad es directamente proporcional a la cantidad de citas reales y verificables e inversamente proporcional a la cantidad de versiones y postulados diferentes que sobre el mismo tema se presentan).

Resultó ser una discusión muy popular, de la que nunca me había enterado hasta ahora (puedo olvidar hacerme merecedor de un premio a la originalidad). Algunos alegatos usuales a continuación:

- El “IIII” brinda un equilibrio visual respecto al eje vertical de la esfera con el número “VIII”, convirtiéndose de ser cierta, en la más antigua referencia que tenga de la primacía de los criterios estéticos en el diseño de un objeto frente a las convenciones habituales, al menos de una forma tan llamativa y con una aceptación tan generalizada.

- Otra idea nos indica que para los romanos era indistinto usar el “IIII” como el “IV” y aún otras formas como “IIX” para el ocho, formas que perderían validez a partir del Renacimiento. Aunque no del todo improbable, hacen falta referencias concretas a algún uso de este tipo por los antiguos romanos. De cualquier forma, no se explica porque a partir de la “canonización” de un uso determinado, el uso del “IIII” aún es notablemente amplio.

- Una teoría más indica que el uso de IV evocaba a Júpiter. Por motivos demasiado extensos de exponer aquí, esta idea me parece la menos probable.

- Muchos (demasiados) relatos de reyes que preferían una forma frente a la otra, e impusieron su parecer, sin embargo presentan más características de leyendas que de relatos de rigor histórico y tampoco explican la amplia aplicación de su criterio, y la mayoría resultan anacrónicos.

- Finalmente, me entero de otras “licencias” en el uso de la notación romana, en este caso señalando el año de construcción de un edificio de principios de siglo XX.

Considerando la aparente informalidad en el uso de estos números en los siglos precedentes, me inclino por lo que a mi juicio es la posibilidad más racional desde el punto de vista económico y práctico: el uso del “IIII” permitía cubrir el espectro de caracteres necesarios con veinte símbolos “I”, cuatro “X” y cuatro “V”. Entonces, los símbolos moldeados en bronce requerían un molde del tipo “XIIIIIV” para sacar en cuatro fundiciones un repertorio completo de símbolos. Quizás para probar esta teoría bastaría con encontrar alguno de estos supuestos moldes. Otra curiosidad, asociada al ritmo de la colocación de estos símbolos alrededor del círculo y a la estética final del reloj, es que los números del 1 al 4 sólo contendrían “I”, del 5 al 8 solamente “I” y “V”, y del 9 al 12 los restantes “I” y “X”; brindándole un agradable orden a la composición.

No más observaciones triviales por hoy.

“Siempre es hora para no hacer nada”

(*)Imagen: Reloj de sol en Saint Rémy de Provence, tomado de Wikipedia.

7 comentarios:

  1. Me inclino por la teoría más sencilla de las expuestas en el link; los artilugios tenían la esfera vertical y esto sumado al poco conocimiento (y aprecio) de la notación romana, hizo que por comodidad visual decidieran, sin resquemor alguno, cambiar el correcto IV por el cómodo IIII

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  2. Lacosteant: se trata de una buena posibilidad. Me recuerda a que, estudiando Historia de la Arquitectura, nos daban miles de razones y fundamentos para ciertos criterios de diseño de afamados maestros del Movimiento Moderno. Un día (después de haber pasado la materia) pude leer en palabras del mismisimo L. Mies van der Rohe, que una de las particularidades del diseño de uno de sus rascacielos más conocidos y comentados, había surgido de una decisión intuitiva "porque quedaba mejor a la vista". ¿Cuantas cosas más se realizarán con un criterio tan sencillo como este?

    ¡Saludos!

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  3. Hay un gran esfuerzo para medir algo que no se ve e, inevitablemente, se va. Saludos cordiales.

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  4. El intento de medir trata de "hacer visible" esta dimensión, tan inaprensible como implacable.

    Gracias por pasar Isabel, más tarde vuelvo a pasar por tu blog, que en este momento no me deja comentar...

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  5. qué universo el de cada uno!!!! no había reparado en estos detalles.
    Tal vez, también sea, porque III o 3, es un Número sagrado. ¿no?
    un beso
    laura
    PD: este tema podría ser digno de un cuento Borgeano

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  6. He pasado por aquí a dejarte un gran y fuerte abrazo...

    Gracias por estar...

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  7. ¡Toc, Toc! ¿se puede?, amigo se te reclama para mi nueva guerra de opinion Mujeres Vs Hombres :D
    Besos.

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