23.3.21

De la voz de Dios

No fue encontrada en los sermones cansinos, ni habitaba el oropel de las fachadas. Aun el dogma desconocía su paradero.

Pero resonó en la sabiduría de otra alma extraviada que nos acompañó a libar la locura. Vistió de sonrisa el rostro de quien languidecía en el atrio, mirando sin ver hacia afuera del templo. Se cristalizó para siempre en un inesperado temblor de felicidad, aun sabiendo que no iba a permanecer más que en sus ecos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Hogar

En una merienda compartida y acompañada de delicias horneadas que calentaron este sábado lluvioso, me puse a pensar casi de la nada en el pr...