restos insepultos

Un minuto torna en diez y una hora en menos de la mitad,
tras los acostumbrados signos emergen nuevos significados
que desbordan el mensaje,
y envenenan al observador.

Abandonar el ostracismo despertó preocupaciones olvidadas.
Los adormecidos miembros resisten el flujo de la sangre
porque el letargo fue más cómodo de lo esperado,
y hubiera sido mejor para todos que no terminara.

El reloj da nuevos saltos
pero siempre en un mismo sentido.
Antes, para empezar de cero, bastaba con alejarse.
Ahora solo queda un lugar suficientemente distante.


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