23.3.21

De la voz de Dios

No fue encontrada en los sermones cansinos, ni habitaba el oropel de las fachadas. Aun el dogma desconocía su paradero.

Pero resonó en la sabiduría de otra alma extraviada que nos acompañó a libar la locura. Vistió de sonrisa el rostro de quien languidecía en el atrio, mirando sin ver hacia afuera del templo. Se cristalizó para siempre en un inesperado temblor de felicidad, aun sabiendo que no iba a permanecer más que en sus ecos.

18.3.21

Ablución

La lluvia lava las calles, se transforma en un líquido negruzco que alimenta a los imbornales y deja charcos de espejos tornasolados.

Arrastra a su paso hollín y desesperación, gritos ahogados de la ciudad que conjugan arrepentimiento y anhelos, sordos estertores de lo que nunca llega a ser.

Gimen monumentos a través de grietas temporales iluminadas por los rayos, sus corceles congelados transpiran una idea de victoria abandonada para siempre: serán vencedores de batallas desconocidas, y por todo su legado quedarán unas cuantas letras oxidadas orientando las esquinas.

Entre los sonidos que sobrevuelan el rumor de la cortina de agua, se agita por última vez en el aire una exhalación, quizá la petite mort, quizá un alivio más duradero.

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En el sínodo de dos miradas un presente sin dimensiones contiene por un segundo todo el Universo antes de plegarse y desaparecer, entre erra...