4.1.05

Año Nuevo, tragedia y disturbios

Los argentinos recibieron el año de una forma poco común: en medio de una conmoción que tuvo origen en la peor tragedia, en número de victimas fatales, que sufrió el país. Estos hechos opacaron los ánimos de festejo de muchos pero en cambio movió a la solidaridad a otros, que empezaron el año obrando bien, en lugar de solamente formular buenos propósitos. Se comenzó indagando correctamente para conocer a los responsables de tan desgraciado episodio, pero en medio de estos asuntos no faltaron los que aprovecharon la ocasión para ganar notoriedad. Lo que inicialmente iba a ser un “pedido de justicia” terminó con una agitada manifestación (con violencia incluida, como ya estamos acostumbrándonos) opacando así un reclamo que de otra forma podía llegarse a comprender.

¿Quiénes fueron los protagonistas de la violencia? Desafortunadamente los mismos de siempre. Gente sin ninguna conexión a los dolientes, quienes bajo el disfraz de ser “compatriotas solidarios” se acercaron tan solo a agredir y a crear conflictos. Motoqueros (protagonistas también del trágico diciembre de 2001), gente agrupada por bandera política (que quieren la renuncia de Ibarra), anarquistas y otros. Todos trayendo agua a su molino, los menos, interesados en lo que sucedió.

El lamentable episodio fue consecuencia de una serie de errores y omisiones criminales, en las que todos tuvieron una medida de responsabilidad. Vamos a considerar como primeros responsables a los iniciadores del fuego. Una verdadera muestra de negligencia, irresponsabilidad o conducta criminal y suicida se manifiesta en aquellos que encendieron los fuegos artificiales pese a las repetidas advertencias. Subiendo un escalón podemos hallar responsabilidad en quienes trabajaban en el boliche y permitieron la entrada de pirotecnia pese a conocer el peligro inminente que esto implicaba, pero aun peor que esto es la responsabilidad de quien hizo instalar elementos altamente inflamables, sabiendo que los controles en la puerta no iban a ser infalibles y que no garantizaban total seguridad en el local. Más aun, se suma la trágica decisión de cerrar la mayor puerta de escape del boliche (un portón de 6 x 4) por evitar “colados”, además de sobrepasar la capacidad del local (especulación económica) y no renovar el permiso correspondiente, que había expirado hacía mas de un mes. Finalmente la responsabilidad política del hecho recae sobre el jefe de gobierno Ibarra como el mismo lo expresó, pero esto no implica que el mismo deba renunciar. Por el contrario, como responsable es hora de que tome medidas para evitar que un suceso como este se repita. No puedo comprender a aquellos que piden la renuncia de Ibarra como si esto solucionara algo de lo ya acontecido. Ayer podía escucharse nuevamente el “que se vayan todos” en boca de los manifestantes, ¿Qué se vayan todos, para que venga quien? Nuestra sociedad se suma a la primera consigna que cualquiera le enseña sin ningún cuestionamiento, como si se tratara de una moda más. Esta actitud solo nos perjudica y en este caso particular torna en molesta la triste realidad de un episodio que dejo su herida en un año que aún no empezaba.

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