Una sensación de vértigo lo invadió imprevistamente. Sus acelerados pasos ahora se despegan del piso y parece a punto de remontar vuelo.
Cuando comenzó a caminar no sabía demasiado sobre su destino y ahora está más velado que antes, y a pesar de la enorme distancia recorrida, Alles Nahe werde fern. La única motivación para continuar –tan insustancial como inapelable- parece residir en la simple inercia de sus acciones, que lo conduce a través de un caótico camino invisible, trazado por el Gran Arquitecto o consecuencia de una cósmica “generala servida”. Pero en este momento no importaba mucho ninguno de aquellos asuntos… sólo, como siempre, avanzar.
Su espíritu inquieto había resuelto mucho tiempo atrás trascender los límites del espacio conocido, que resultaba tan monótono y agobiante, para aventurarse hacia lo que percibía por detrás de su cielo. Luego, tras algunas temporadas de agotador viaje, los motivos que lo habían impulsado en principio se le tornaron irreconocibles y hoy casi no los recuerda.
En algún momento debía haberse desviado de su camino, cambiándolo por una empinada descendente convertida ahora en un risco infinito donde ya no puede frenar más su ominoso tropiezo. ¿Cuándo había perdido el horizonte? ¿En que momento había dejado de apreciar la maravillosa visión que lo impulsó? Tan impresionante había sido esta ante sus ojos, que todavía permanece latente, como los fantasmas del sueño que se perfilan por segundos un instante después de despertar; y cree verla al final del precipicio, detrás de la bruma que oculta su fondo.
El caminante distinguirá nuevamente con claridad y podrá comprender que todavía transita el camino a través de la llanura, con su inmutable horizonte, cuando la niebla se levante por última vez.
No deja de inquietarlo, sin embargo, que su camino se aligera exponencialmente y sobretodo la forma en que sus zancadas se elevan sobre el piso. Y entonces puede advertir lo que sucede: ¡está cayendo!
ilustración: TONY