Aunque nadie lo advirtió, el rostro sereno de expresión atenta que había logrado mantener sin problemas por casi una hora, devino en una inesperada mueca de disgusto, como cuando el paladar encuentra un sabor muy fuerte en lo que debe ser deleitosamente uniforme.
“¿De que estábamos hablando?” Tan solo segundos antes especulaba respuestas para mis propias interrogaciones silenciosas, esperando una señal para meter bocado, pero los vínculos comenzaron a romperse en vertiginosa oleada, desconectando, desarticulando ideas y dejando pintadas imágenes y garabatos inconcientes a los que difícilmente podría encontrar nexo con las palabras que no habían cesado en ningún momento.
Un escalofrío asentado en la base de la nuca erizó mis cabellos, y al mismo tiempo perdía el control de mis miembros, entregados a un cierto sopor repentino. De repente me imaginaba afuera, de rostro al sol, flotando sobre una alfombra vegetal, recibiendo su natural masaje en todo el cuerpo y ausente de toda mundana sensación, aún de felicidad o tristeza. Pero podía sentir por debajo la dureza de la silla, unida pesadamente a mí.
Llenando los pulmones de aire me obligué a serenarme y apartando luego la mirada del techo comencé a buscar la puerta de salida, pensando en atravesarla corriendo para buscar cuanto antes ese lugar soñado, pero al divisarla también comprendí el imposible de escapar del apremio creciente.
Todo era parte de un acto reflejo que parecía querer expulsarme de mi mismo, un acto violento de liberación de energía, de sacudones encefálicos y músculos adoloridos… Solo pude atinar a sostener fuertemente mi cara con las dos manos para no tener que buscarla luego entre el auditorio, quienes para mi bochorno, coronarían este personal tren de sensaciones con un sonoro “¡SALUD!”
Me encuentro momentáneamente con problemas varios de computadoras y conexiones, y aunque había organizado mentalmente un par de ideas para escribir, esto fue lo que salió primero… El invierno y la influenza no quieren despedirse aún.
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¡Hola querido Tony!:
ResponderBorrarAunque es un poco tarde para hacerlo y he estado tentada de escribirte varias veces sin decidirme ha hacerlo, no podía dejar de expresarte mi más profundo agradecimiento por las palabras que dejaste en mi blog cuando me despedí. Tu comentario fue uno de los que más me conmovió, porque para mi también se ha establecido un vinculo de complicidad contigo, al menos siempre sentí que me comprendías. Gracias por todo, Tony, y por tu amabilidad al facilitarme tu e-mail, que tal vez algún día me decida a usar.
Te mando besos con cariño y mi deseo de felicidad para ti.
P.D.: Te sigo leyendo en silencio de vez en cuando, aunque en ocasiones tengo dificultad para abrir tu página, no sé el motivo.