Vi a la primera persona dirigir la mirada al cielo. En sus labios una declaración llamó en un momento la atención de los demás… Había caído presa del hechizo y ahora participaba a los demás en su fortuna.
El tiempo se detuvo… el ajetreado tráfico cesó de repente y todos desde sus lugares admiraban el fenómeno. Señal en el cielo. Temor generalizado: algunos se encomendaban al Altísimo, otros proferían maldiciones contra quienes creían que habían alterado aquel cielo hasta hace instantes radiante y diáfano. En todos los casos inmovilidad y silenciosos murmullos saturaban el aire.
Nadie sabía responder. ¿Qué había sucedido? ¿Cómo había empezado? ¿Quién lo provocaba? En silencio un hombre, ignoraba la molestia que hería sus retinas y contemplaba el suceso, esperando el desenlace, el punto culminante de tanta tensión, cuando finalmente todo sería esclarecido.
…
Por algún motivo, mi ser estaba calmo. Nunca había observado algo así, ni atinaba a interpretar aquella señal, pero tampoco me había contagiado el temor circundante. Aceptando el momento y esperando por la soga del tiempo para continuar aquella mañana, contemplaba la escena que me quedaría más marcada de aquel día: Un pequeño niño admiraba, no el inalcanzable cielo, sino el paso confiado de un ave entre los pies de los peatones inmóviles. Cuando esta levantó vuelo, el niño me observó sonriente a los ojos y comprendí que gozaba de la misma tranquilidad que yo estaba sintiendo… entonces, le devolví la sonrisa.
…
Cuando el tiempo se reanudó, dos horas habían sido arrancadas del reloj.
imagen tomada de La Gaceta, Diario de Tucumán
Es que esa era la señal,
ResponderBorrara veces nos dejamos llevar por los brillos que nada dicen, a parte de ser brillos
y dejamos de lado algo como esa imagen del ave, caminando confiada, y el niño mirándola y mirándote a los ojos, esa conexión, ese leguaje mudo y rico en comprensión,
Cierto que no todos conocen aquello que de "el día y la hora, nadie sabe.." y por ello se afligen y se afanan, insensatamente, consultan augures y sacan precipitadas conclusiones, si tan solo se dieran cuenta que la tranquilidad del niño y de la paloma es porque no tienen temor ( y no por ignorancia), sino que al estar en paz con su conciencia estan preparados para "venir al encuentro de su Creador" en cualquier momento...¡ah, si nosotros pudieramos hacer igual!
ResponderBorrarbueno...tengo dudas sobre el juicio final. Si existirá tal día o no. Solo se que todavía quedan misterios (cada uno los atribuirá a lo que desee) y de esos raptos místicos es que aún hallamos esperanzas. Y niños y pájaros son los más sabios en estos temas.
ResponderBorrarsaludos!!!
laura
Hola Tony: Es interesante tu texto y la parte de la mirada identificatoria con el niño es un clímax hermoso: así es la mirada del asombro, en su fugacidad y concentración, diáfana y además, como tú lo cuentas, sonriente.
ResponderBorrarTe sigo leyendo, Tony y gracias por tusd comnetarios en mi blog.
H.L.
Mágico y misterioso momento de quietud donde la cotidianidad se detiene para poder pensar, para descansar, para contemplar cosas que aún viéndolas a diario, nos pasan inadvertidas. El tiempo que todo lo puede se detuvo por dos horas…
ResponderBorrar¡Saludos!
Holaaaa Tony como te dije por el MSN iva a escribirte algo.
ResponderBorrarLa verdad que lo leído esta muy bueno, tiene suspenso pero al final tiene ese desenlace de calma, debido a la sonrisa de un niño, Muy bueno e interesante… eso si pregunta, eso no sucedió o si?
Cuídate y nos estamos leyendo.
ByE
Realmente les agradezco por pasear a traves de estas letras y por acercar sus comentarios...
ResponderBorrarNoe: sobre tu pregunta, me atrevo a parafrasear a Garcia Marquez para decir que "nunca escribo algo que no me haya sucedido..."
Saludos!