No son inusuales
las mañanas neblinosas
excepto en el tiempo estival.
A diferencia
de los días fríos
el velo no se levanta junto con el astro.
Su tono
empaña lo que fue bello
aun cerrando los ojos,
su zumbido infernal impide el descanso.
Una hora
más, y una hora menos
esperando el próximo amanecer.
Quizá una
nueva vuelta al sol.
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