Bestia

Espera agazapado por la llamada al festín. Su oportunidad para atacar es una ventana que se abre ocasionalmente, pero quienes lo han visto actuar saben que la aprovecha con una eficiencia maquinal. Vive en el mismo rincón de siempre, pero se ubica a mis espaldas todo el tiempo, para que no pueda conocer su rostro.
Quienes lo han enfrentado y derrotado saben que las secuelas de la batalla son permanentes, que aquel terror una vez sentido no puede ser olvidado, pero al menos el recuerdo es incapaz de lastimar como sus fauces. Su forma no se adivina animal, sus límites parecen difusos pero son oscuros como la certeza de su presencia.
Si su infernal aliento no lo delatara cada vez que se acerca, seguramente hubiera sido su presa hace ya mucho tiempo. Ahora vivo en guardia, esperando su próximo ataque para quizá terminar con él, antes que pueda hacerlo conmigo.

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