¡Juégueselo a la quiniela!
Sería conveniente comenzar este párrafo aclarando que no soy supersticioso. Bien, ahí está. Se podría pensar que vivimos tiempos de creciente escepticismo. Producto de la desconfianza, hemos decidido acorazarnos y desconfiar de índices oficiales, partes médicos presidenciales, vendedores de usados, “reduce-fat-fast”, “rejuvensex”, buenas intenciones, etc. Hasta el cine se esfuerza en no parecer “poco creíble”, aun si está narrando algo tan improbable como historias de superhéroes o episodios de terror.
PD: Un boleto capicúa puede convertirse en un amuleto, según algunos conocedores del asunto.
PD2: No pude publicar anoche este post porque las pilas de mi cámara no tenían carga. Una de cal y una de arena, de paso no me acusan de ser sólo un afortunado poco agradecido.
El escepticismo amenaza hoy hasta a las religiones, como consecuencia de un desencanto similar al de la confianza traicionada (a fin de cuentas la religión como institución es solo un producto humano). Pero, no obstante, las supersticiones han sobrevivido exitosamente al tiempo y a la creciente incredulidad. Gozando de cabal salud se arraigan por herencia o adquisición en el espíritu tanto de una persona promedio como también de los notables (especialmente en los que son notables por lo famosos, claro está). Actores, artistas, deportistas y otros tienen sus propios conjuros, cábalas y temen a los mismos demonios: entrar con un pie y no con el otro, decir cierta frase, pasar por ciertos lugares, romper algo. Y aunque muchos ya hacen una caricatura de sus propios miedos, resulta muy gracioso verlos luego enfurecidos expulsando a un espectador (o a parte del elenco) o acorralados y vulnerables frente a ciertas preguntas.
La superstición está claramente por encima de la voluntad de creer en algo o no. Es algo mucho más arbitrario que una creencia organizada, más impredecible y, por lo mismo, un lastre difícil de quitar únicamente con la voluntad o por medio de la razón. ¿Con que argumento racional podríamos refutar un “no te cases ni te embarques”? Quizá panfleteando un “¿Amigo soltero, sabía Ud. que uno de cada tres matrimonios termina en divorcio?”... Posiblemente, más allá de toda argumentación, el individuo podrá seguir pensando que su mala suerte influyó en cualquier acontecimiento adverso.
En lo personal, la primera referencia a la superchería popular que tuve fue a través de un viejo dibujo animado donde se podía ver un almanaque marcando “viernes 13”. Con esta referencia y la saga de terror homónima, viví años de ignorancia antes de enterarme que, por estas latitudes, eran los “martes 13” lo que debía asociar con la “mufa” (desconozco el porqué y temo que averiguarlo me conduzca a la Wikipedia, a algún artículo redactado por un montón de cabuleros, así que prefiero dejarlo ahí). Muy tarde ya para incubar superstición, los martes 13 en ocasiones me alegran el día (más allá de los escepticismos, o el “imperialismo” de la paraskavedekatriafobia) con felices coincidencias que me recuerdan la ingenuidad con la que viví numerosos martes y viernes, como este boleto de colectivo.
PD: Un boleto capicúa puede convertirse en un amuleto, según algunos conocedores del asunto.
PD2: No pude publicar anoche este post porque las pilas de mi cámara no tenían carga. Una de cal y una de arena, de paso no me acusan de ser sólo un afortunado poco agradecido.
"La superstición está claramente por encima de la voluntad de creer en algo o no."
ResponderBorrarEs cierto. Sin embargo superstición y creer en algo —para diferenciar demos a esto el calificativo de Fe— tan distintas en esencia por el acto volitivo que mencionas, comparten un origen en toda persona: la necesidad de encontrar respuesta a las inquietudes de un alma inquisitiva.
Ciertamente la superstición es más cómoda, así como la religión, pues reduce a una cantidad de postulados y resultados sus asertos, aunque sin acallar las preguntas del alma. No existe consideración racional: Tal cosa es mala suerte o buena y ¡ya!, pero si quiero o me conviene basta una cábala para cambiar, acomodar o invertir el augurio, pronóstico, etc
La Fe es "certeza de lo se espera, convicción de lo que no se ve.." y no se sujeta a mi eventual conveniencia sino a un propósito superior; es asimismo diferente el creer (por esperar, desear) algo que creer (por confiar, obedecer) en alguien. Talvez por eso las reacciones tan dispares entre los supersticiosos y los que poseen una fe inquebrantable...a propósito ¿Sabes cual salió a la cabeza ayer? ja-ja. Dios te bendiga.
No sé qué ocurre, que tu blog tarda mucho en cargarse, da la impresión de que no haya nada escrito. Es raro. Pero vaya, no lo atribuyo yo a ninguna causa supersticiosa. Respecto al origen de esos días nefastos (martes 13, viernes 13), sí se conocen las causas, hechos muy desgraciados ocurridos hace cientos de años. No me atrevo a repetirlos de memoria, así que en eso me has de perdonar. Los romanos eran muy, muy supersticiosos, y tenían marcados determinados días en el año en el que no era conveniente ni concertar bodas (ni casarse, claro), ni hacer negocios, ni emprender un viaje, etc. Uno de esos días, marcados afuego en el calendario era el 18 de julio, el llamado "dia de Alia", porque fue la fecha en que los galos, en el s. IV a.C., habían derrotado a los romanos a poca distancia de Roma, junto al río Alia, y después asaltaron la ciudad y permanecieron en ella, destruyéndola poco a poco, durante siete meses. Ese episodio no fue olvidado nunca, los romanos temían a los galos más que a ningún otro pueblo. De hecho, decían entre ellos que los romanos luchaban contra otros pueblos para ganar gloria, pero que contra los galos luchaban para salvar la vida. De hecho, la destrucción de Roma fue tan grande, que pensaron en abandonarla y asentarse en otra ciudad. Y fue precisamente otro presagio el que determinó a los senadores a quedarse allí y reconstruirla. No puedo imaginarme una Roma fuera de Roma... En fin, se da la triste coincidencia de que la última guerra civil española dio inicio el 18 de julio (1936) y esa fecha sigue siendo odiosa para la mayor parte de los españoles.
ResponderBorrarCon todo, y tal como denuncias, hay muchos excesos hoy en día. Mi padre solía decir, con orgullo, que él había nacido el día 13 del mes 13 del año, refiriéndose a Enero. En fin, él era un optimista. Besos, querido amigo.
lacosteant: Muy apropiada la diferencia entre creer en algo y creer en alguien. Por otro lado me hubiera gustado saber que pasó realmente ese día con la quiniela, pero en realidad no tengo idea de como funciona el juego!
ResponderBorrarIsabel: desconocía el origen de estas supersticiones, y ciertamente es mucho mejor enterarme por vos que por la wikipedia. Me gustó particularmente lo que contás sobre tu padre, y creo que voy a adoptar eso del mes numero 13, ya que tambien nací en este mes de Jano.
Saludos!