Observando el cielo con mucha seriedad, el hombre se incorporó. Aquellos puntos brillantes en la oscura noche habían sido siempre parte de su vida. Vivía casi enteramente de noche, y yo también había aprendido a permanecer despierto hasta la salida del sol. Mi padre le había inducido esa pasión que ahora el trataba de transmitírmela pues era su deseo que yo continuara con su trabajo.
Manuscritos, trazos y dibujos… incansable realizaba sus tareas y volvía a levantar la mirada para permanecer mucho tiempo más de esta forma. Durante temporadas completas se mantenía en pie, anotando los cambios en aquel techo estrellado.
Luego de un tiempo noté que su inquietud se acrecentaba. Todos los días cuando la luz comenzaba a desaparecer salía a contemplar y leer las estrellas, entusiasmado, buscando el lugar donde se había quedado la noche anterior. Yo deseaba preguntarle sobre lo que veía, pero él parecía tan concentrado que no quería interrumpirlo, y tan solo podía imaginar aquello que tanto interés despertaba en él…
¿Podía ver su futuro en las estrellas? ¿Adelantarse a los hechos? Había anticipado tormentas y tiempos sin lluvias, así como grandes espectáculos en el cielo… Anunció pasmosas y momentáneas desapariciones del sol y la luna, asombrando a reyes y príncipes. Los poderosos se acercaban a consultarle y le ofrecían riquezas por tan solo escuchar sus palabras… Pero el sabio no daba importancia a estas cosas ¿Acaso leía la historia de sus antepasados? Cada noche salía nuevamente a su incansable búsqueda y parecía rodearse de un brillante halo que lo destacaba sobre el oscuro firmamento.
Por fin, un día su cara cambió completamente en lo que a mí me parecía tan solo otra noche más. Nunca lo había visto así de sorprendido cuando dejando caer sus manuscritos se dedicó a mirar solamente una nueva estrella que brillaba de una forma diferente. Pude percibir que decía a tiempo que una lágrima corría por su mejilla “Por fin, he visto su estrella”. Al momento siguiente mandó imperioso: “Prepárate y despierta a los demás, vamos a hacer un largo viaje”. Casi sin explicármelo me sentí contagiado por su alegría y de inmediato comprendí que esa era la señal que había esperado toda su vida. Había llegado el momento en que conocería al Dueño de la Estrella.
Bien, si la intención era que dejáramos volar la imaginación, pues ya la hemos dejado, supongo que cada uno encontrará un diferente dueño de la estrella, pero todos ellos auténticos.
ResponderBorrarEl pequeño Ramiro Adrián posiblemente encuentre el más luminoso.
Ruidodetacones: Que hermoso sería que todos comprendieramos que esa estrella es la Estrella de Belén que nos conduce a encontrarnos con Aquel que es su dueño, de ella y de todo lo creado. Que el pequeño Ramiro Adrián lo encuentre y permanezca en El.
ResponderBorrarTony: una sola palabra:Conmovedor.
Bonita historia Tony, muy apropiada para estas fechas navideñas. Ojalá todos pudiéramos perseguir verdaderas estrellas, sin dejarnos deslumbrar por brillantes luces fatuas que engañan.
ResponderBorrarUn abrazo.
soy mi otro yo y me desconozco, creo que sere el que fui,
ResponderBorrarnunca seré ademas de otro,
yo mismo