Cresta
Pies lentos transitan el filo —a los costados se adivina el vacío, que es un sólido invisible. Avanzar acerca el cielo, y éste se presenta al alcance de la mano. Partículas que atestiguan regularmente la divinidad, acarician la piel. La humedad alcanza las grietas del ánfora; extiende su utilidad al tiempo que sella su destino. En el final del camino, todo deberá terminar unido. Los pasos trastabillantes, el peñasco y aún el vacío.